el torbellino
de la cotidianeidad
arrasa con toda su furia
dejando tras su paso
cenizas y escombros
el tiempo-
el enemigo -dice
la mente encaprichada
en perdurar
lo impermanente
al igual que hojas
secándose a diario
somos
por más que querramos evitarlo
indefectiblemente estamos
siendo arrastrados
por el viento de la vida
que azarosamente no cesa
de jugar con nosotros
sin que sepamos
a dónde nos conducirá
en el otoño
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