aguas claras,
aguas oscuras,
en el torrentoso río
donde me sumerjo
a diario,
que me arrastra
contra mi voluntad a dejar
mi cuota de vida
ocho horas al día,
a veces hundido,
otras a flote aferrado a la musica,
descansando la vista
en cristales del cielo,
en cristales del bosque,
en cristales de la tierra,
en cristales de la noche,
en cristales del oceano,
en cristales,
luego salto por las ventanas
buscando horizontes perdidos,
viajando a otros mundos,
y en todos encuentro tu imagen,
ecos tuyos que me llegan
y te extraño así
hasta que termina la tortura
y vuelvo a tus cristales de café
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